Valoro tu forma respetuosa y entregada de escucharme.

Estaba muy necesitado.

Cuando me tumbo en la camilla noto lo rígido que estoy.

A medida que tus manos entran en contacto con mi cuerpo, me voy relajando, se me ensancha el pecho, respiro mejor, la ansiedad desaparece y suelto la tensión.

Te siento totalmente entregada, me transmites mucho.

Parece que no pasa nada, que sólo vengo a relajarme y dormir.

Sin embargo, al terminar me siento libre, me siento tan ligero… estoy en la gloria.

Decido que quiero recibir tratamientos hasta el final de mis días.

 Ricardo Silla Soria, 90 años, Valencia.


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